Telecomunicaciones: El motor silencioso del crecimiento y la inclusión en Perú


Lima, Jun.7,2025.- El sábado 17 de mayo se celebró el Día Mundial de las Telecomunicaciones. En ese marco, resulta relevante hacer un balance del sector en el Perú, y conocer no solo aquellas cifras destacables, sino también las advertencias que pueden afectar al sector. ¿Están todas las reglas claras?¿Qué tanta articulación público-privada existe y cómo influye en el sector? Los expertos detallan estos y otros puntos que juegan como operadores principales en la promesa de cerrar la brecha digital en el país.
Entre 2020 y 2023, las telecomunicaciones consolidaron un rol clave en la economía peruana, consolidándose como un sector de alto rendimiento. Su participación en el producto bruto interno (PBI) superó el 5%, y es uno de los sectores con mayor productividad laboral: el valor agregado por trabajador es 11 veces mayor al promedio nacional, según el Instituto Peruano de Economía. Además, los ingresos laborales en el sector son 78% más altos que los de otros rubros de servicios.

En términos de inversión, el crecimiento ha sido sostenido. En 2022 se invirtieron más de S/ 3,500 millones en infraestructura, un 9.7% más que en el año anterior. Esta cifra consolidó la recuperación tras el freno de la pandemia. Los ingresos operativos también repuntaron con fuerza: +17.4% en 2021 frente a 2020, superando incluso los niveles prepandemia. “El sector telecomunicaciones no solo aporta en términos de conectividad. Hoy es una infraestructura habilitadora del crecimiento. Educación, salud, comercio, servicios financieros y logística no podrían funcionar sin una red moderna y operativa”, señala Christian Chee, vicepresidente de Gilat Perú.

El acceso a servicios de Internet creció notablemente en los últimos cinco años. En 2023, más del 90% de los hogares peruanos contaba con algún tipo de conexión —móvil o fija—, frente a menos del 70% en 2017. No obstante, la mayoría de estos accesos provienen de servicios móviles: solo el 39.4% de hogares tiene internet fijo. En zonas rurales, esa cifra apenas supera el 10%. Pese a los avances, más de tres millones de peruanos siguen fuera del ecosistema digital. De estos, cerca del 8% no cuenta con acceso a ningún tipo de red móvil y un 12% solo accede a servicios básicos como 2G, especialmente en las zonas rurales, lo que limita radicalmente su capacidad de participación económica y social. Además, las brechas de calidad son significativas: la velocidad promedio de conexión en zonas rurales (21 Mbps) es tres veces menor que en áreas urbanas (64 Mbps), según OSIPTEL.

Parte del salto estructural del sector entre 2020 y 2025 provino del empuje a la conectividad rural. Los 21 Proyectos Regionales de Banda Ancha ejecutados por Pronatel y concesionados a operadores, como Gilat Perú, permitieron llevar conectividad a más de 6,500 localidades alejadas. Estas redes no solo sirven a instituciones públicas —como colegios, postas o municipios— sino que habilitan a operadores privados a ofrecer servicios residenciales o móviles. A través de acuerdos con operadores mayoristas como Internet para Todos (IpT), Gilat implementó más de 400 sitios 4G en regiones como Huancavelica, Ayacucho y Apurímac, beneficiando a más de 500 mil ciudadanos rurales.

La expansión de fibra óptica, radioenlaces y soluciones satelitales complementarias ha convertido a la conectividad en una herramienta de desarrollo transversal. Según datos del BID, la implementación de Internet en escuelas rurales ha aumentado la retención escolar en 20% y ha mejorado el rendimiento académico. En salud, la telemedicina ha permitido ampliar el acceso a servicios especializados. Y en el ámbito económico, la inclusión financiera y el comercio digital han crecido gracias al acceso a servicios móviles en zonas antes desconectadas.

El sector se ha dinamizado con la llegada de 5G comercial (autorizado desde 2021) y la entrada de nuevos actores como Starlink, que en 2022 obtuvo permiso para operar Internet satelital de alta velocidad en todo el país. Sin embargo, la expansión de estas tecnologías sigue limitada por factores estructurales: retrasos en las licitaciones de espectro, procesos municipales engorrosos para la instalación de antenas, falta de incentivos fiscales y bajo interés en zonas no rentables.

Desde el lado regulatorio, el MTC ha anunciado la próxima licitación de las bandas 3.5 y 26 GHz, fundamentales para la expansión 5G. También se ha actualizado el reglamento de gestión ambiental para simplificar proyectos de infraestructura de telecomunicaciones. A nivel tributario, se ha prorrogado la exoneración del IGV para la importación de equipos de telecomunicaciones donados, pero aún no existen beneficios concretos para operadores que invierten en zonas rurales de bajo retorno.

El futuro inmediato del sector pasa por dos ejes: una mayor articulación público-privada y el enfoque integral del servicio. “El desafío no es solo llevar Internet, es conectar un ecosistema completo: escuelas, postas, municipios y hogares. Esa visión de habilitadores integrales es la que realmente puede transformar una comunidad”, afirma Christian Chee. En esa línea, la agenda del gobierno para 2025 incluye conectar más de 4,600 escuelas y 476 centros de salud adicionales mediante proyectos financiados con apoyo del BID y el Banco Mundial. También se planea instalar más de 3,700 plazas WiFi en zonas rurales.

La posibilidad de impulsar proyectos por Obras por Impuestos (OxI) o Servicios por Impuestos (SxI), así como de aplicar modelos de coinversión en espectro o infraestructura compartida, se presenta como una alternativa viable para acelerar la cobertura universal. El reto de fondo será garantizar la sostenibilidad operativa en las zonas más alejadas del país. Para eso, será clave diseñar modelos de negocio mixtos que combinen subvención, mercado y tecnología.

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