Rigoberto Canales, el agricultor ayacuchano al que la palta le cambió la vida



Lima, Oct. 1, 2020.-
Con el objetivo de mejorar su calidad de vida y la de su familia, hace doce años el agricultor ayacuchano Rigoberto Canales tomó la difícil decisión de abandonar las tradiciones agrícolas de su familia, que durante varias generaciones se había dedicado al cultivo de productos rotativos.
Don Rigoberto, natural del distrito de San Miguel, provincia de La Mar (Ayacucho), sabía que esa decisión podía darle un importante giro a su vida, para bien o para mal. Aun así, el reto no lo atemorizó, porque era consciente de que la ardua labor que durante décadas habían realizado sus padres y abuelos, no había generado los réditos esperados.

Por ello, decidió buscar una alternativa que sí le generara beneficios a su economía familiar y que le diera la satisfacción de que, esta vez, el esfuerzo realmente valió la pena. Y la encontró: el cultivo de la palta -un valioso producto por su potencial exportador- fue el camino que escogió para migrar toda su producción.

Pero la tarea no fue fácil: debido a la poca confianza que le tenían los demás agricultores de su valle al nuevo cultivo, estos no se aventuraron a seguir el camino de Rigoberto, por lo que tuvo que emprender el desafío casi en solitario, y negociando directamente con los compradores, sin intermediarios de por medio.

“Al comienzo solo unas cuantas personas plantábamos palta. La gente no tomaba interés. Pero, después, empezaron a entrar compradores de palta de otras provincias, y ahí recién la gente se dio cuenta que la palta generaba plata. Por ese motivo, todos decidieron entrar y ahora en todo este vallecito prácticamente nos dedicamos a la palta, la Hass y un poco de Fuerte”, cuenta.

Este cambio de visión permitió una migración en bloque de casi todo el valle de San Miguel a la producción de palta. En este punto, el Estado jugó un papel importante, relata Rigoberto, pues a través de un programa les hizo entrega de plantas para su cultivo.

Las buenas cosechas iniciales, así como el precio de venta de la palta, les hizo ver a los agricultores que habían tomado una decisión acertada. “De una mata que tiene cinco años o seis años, sacas diez jabas u once jabas. Entonces, más conveniente para nosotros es la palta”, detalla.

Actualmente, Rigoberto Canales vende entre 300 a 400 jabas de palta por campaña. Estas cifras, comparadas con las que obtenía previamente, le ha permitido mejorar su calidad de vida y confirmar que optó por el camino correcto.

“Antes no había mucha economía. Ahora tenemos para construir nuestras casas, comprar terrenos, para una buena alimentación. Estamos cambiando. Antes estábamos caídos. Y ahora es la palta lo que está generando el ingreso”, refiere.

Si bien el estado de emergencia ocasionado por la pandemia del COVID-19 provocó que parte de la producción de este año se vendiera a menor precio, Rigoberto confía que el próximo año retomará los resultados de campañas pasadas. Reposa sus esperanzas en el crecimiento paulatino que viene teniendo el precio de la palta, y que retomaría su nivel pre pandemia a fin de este año, así como en el apoyo de la inversión privada, que planea construir una planta para mejorar el procesamiento de la palta en su localidad. Esta -nos dice- estaría en operaciones para la próxima campaña. “Para el próximo año, ya se regulariza todo”, concluye.

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